Opinión

La "liberación" de Trump y el peligroso precedente

La reciente absolución o exoneración de Donald Trump en los tribunales ha generado un terremoto político en Estados Unidos y más allá. Pero, ¿qué significa realmente esta "liberación" para la democracia y el estado de derecho?

FILE President Donald Trump holds up papers as he speaks about the coronavirus in the James Brady Press Briefing Room of the White House on April 20, 2020, in Washington. President Joe Biden is ordering the release of Trump White House visitor logs to the House committee investigating the riot of Jan. 6, 2021, once more rejecting former President Donald Trump’s claims of executive privilege. The committee has sought a trove of data from the National Archives, including presidential records that Trump had fought to keep private. (AP Photo/Alex Brandon, File) Alex Brandon

Desde que Donald Trump irrumpió en la política estadounidense, su figura ha estado rodeada de controversia, investigaciones y juicios. Su última "liberación", en cualquiera de las formas que haya tomado, es un síntoma más de la profunda polarización que atraviesa al país. Pero más que un triunfo para sus seguidores o una derrota para sus detractores, esta situación plantea preguntas fundamentales sobre la justicia y la democracia.

La narrativa del expresidente siempre ha girado en torno a la victimización. Para su base de seguidores, cada acusación en su contra es parte de una cacería de brujas orquestada por el establishment. Su "liberación" refuerza esa idea, alimentando el mito del outsider perseguido por el sistema, cuando en realidad se trata de alguien que ha sabido moverse dentro de los límites del poder para protegerse.

Más allá de la opinión que se tenga sobre Trump, lo preocupante es el mensaje que este desenlace envía. Si un expresidente logra evadir consecuencias por acciones que en cualquier otro contexto serían condenables, se crea un precedente peligroso: el de la impunidad para aquellos que ostentan suficiente influencia y poder. En una democracia saludable, nadie debería estar por encima de la ley, pero este caso sugiere que la realidad es distinta.

El impacto político de esta "liberación" también es innegable. Trump, lejos de replegarse, utilizará este episodio como plataforma para reforzar su campaña electoral y para dinamitar aún más la confianza en las instituciones. En su discurso, el sistema judicial que lo ha favorecido en esta ocasión seguirá siendo parte de una maquinaria corrupta cuando le convenga denunciarlo.

Los rivales políticos de Trump tampoco pueden ignorar las implicancias de esta situación. La respuesta demócrata será clave: ¿se conformarán con la indignación mediática o buscarán fortalecer las instituciones para evitar que futuros líderes puedan manipular el sistema a su antojo? La historia reciente sugiere que lo primero es más probable que lo segundo.

Mientras tanto, el electorado estadounidense se enfrenta a un dilema preocupante. Si la justicia parece moldearse a los intereses de quienes tienen mayor poder, ¿qué confianza queda en el sistema? La polarización no hará más que profundizarse si las instituciones pierden su credibilidad y se convierten en herramientas de lucha partidista en lugar de garantes de la democracia.

La "liberación" de Trump no es solo un episodio más en su tumultuosa carrera política. Es una advertencia sobre la fragilidad del estado de derecho y un recordatorio de que, si no se toman medidas, el próximo en beneficiarse de la impunidad podría ser aún más peligroso.

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